Los datos de un estudio indican que las medidas implementadas siguen sin ser suficientes, ya que no cumplirán los objetivos de cero emisiones netas para 2050
VINCI Energies Spain en colaboración con EsadeGeo han publicado su informe “Economía Global, Energía y Geopolítica: Tendencias e Incertidumbres”. Su contenido indaga en las consecuencias de la creciente población mundial y las tensiones entre ideologías políticas dentro del contexto de la transición energética, observando la nueva división de poder, influencia y avances industriales de las principales potencias mundiales y sus consecuencias para el sector energético.
El análisis toma como punto de partida las proyecciones de población mundial, que se estima que superará los 10 mil millones de personas para 2060, y sus consecuencias directas en la demanda energética. A pesar de los esfuerzos globales realizados para reducir las emisiones de efecto invernadero, las crecientes poblaciones, en especial en China e India, suponen un incremento a medida que sus economías y poblaciones siguen creciendo. De hecho, China e India lideran el ranking de crecimiento de emisiones de C02, con un aumento de un 350% con respecto a 1990. Las circunstancias han producido un impulso masivo en el interés de inversión en energías renovables, con soluciones como el hidrógeno consiguiendo relevancia y elevando su proyección de demanda a los 115 millones de toneladas en 2030 según la Agencia Internacional de la Energía.
Hacia el cero neto
Sin embargo, los datos indican que las medidas implementadas siguen sin ser suficientes, ya que no cumplirán los objetivos de cero emisiones netas para 2050 y tendrán como resultado una brecha de emisiones de C02 de 23 a 27 gigatoneladas con respecto a lo que debe implementarse para 2050. Con un pronóstico tan alarmante, las potencias mundiales están focalizándose en dos estrategias principales: en primer lugar, se está llevando a cabo una adaptación energética que se aleja de los combustibles fósiles y que otorga un nuevo protagonismo a los países con altos niveles de materiales críticos. En segundo lugar, las políticas industriales están siendo impulsadas con distintos enfoques por país para fomentar el desarrollo del sector de forma nacional.
La demanda de recursos minerales
Actualmente, el sector energético supone el 73,2% de emisiones globales de efecto invernadero y el 80% del consumo de energía proviene de combustibles fósiles. Para reducir drásticamente estos números, los gobiernos deben iniciar un alejamiento de los combustibles no renovables; una situación compleja para aquellas economías que dependen de la producción de energías fósiles.
Además, el impulso de este cambio necesita de nuevos recursos para construir infraestructuras de energía limpia, para las cuales son necesarios los denominados materiales críticos (minerales exclusivos, litio, cobre, etc.). Según el Escenario de Políticas Declaradas (STEPS) la demanda de recursos minerales se duplicará para 2040, mientras que el escenario Cero Emisiones Netas (NZE) lo cuadruplica y sextuplica para 2050.
Esto supone una gran ventaja para aquellas naciones que se encuentran dentro de la concentración geográfica de estos recursos. Es el caso de Australia, Chile y, en especial China, que disfruta de cuotas de alrededor del 50% y disparándose hasta más del 80% en minerales poco comunes, cuyo control total solo lo comparten tres productores. El nuevo paradigma trae consigo una nueva tendencia en potencias mundiales, situando a estos países en una posición privilegiada. La importancia que cobran estos recursos no sólo podría llegar a impulsar los precios globales, sino que también podría desencadenar guerras comerciales y otras tensiones de naturaleza geopolítica por la creación de nuevas dependencias internacionales.
Análisis geopolítico: vuelta a la política industrial
Aunque la tensión entre democracias y autocracias no es una novedad en el contexto geopolítico mundial, el informe expone cómo las herramientas competitivas de influencia empleadas si lo son. Teniendo en cuenta este nuevo escenario, las grandes potencias están compitiendo a través de diversos mecanismos, con enormes programas de infraestructura y de inversión que se alejan de la doctrina de libre comercio que ha guiado la globalización durante las últimas décadas.
La atención se centra ahora en reactivar la política industrial, basada en subsidios generosos a empresas y consumidores en sectores tecnológicos clave. Estados Unidos, China y la Unión Europea están a la vanguardia de esta nueva política industrial verde. Sin embargo, China lidera el mercado de la tecnología verde en la mayoría de los aspectos.
En el caso de Estados Unidos, el país ha destinado más de 200.000 millones de dólares a la producción de electricidad neutra en carbono dentro de su Ley de Reducción de la Inflación (IRA). La legislación tiene un objetivo explícito de reducción de emisiones de GEI de entre un 31 y un 44% para 2030 en comparación con los niveles de 2005. Al ofrecer subsidios únicamente a productos fabricados en Estados Unidos, el IRA puede tener consecuencias negativas, produciendo un efecto no deseado de acercar a Europa y a China y fragmentar a las naciones occidentales.
Existen tendencias similares en la Unión Europea con el Plan Industrial del Pacto Verde (GDIP) y la Ley de Industria Neto Cero (NZIA). Ambas iniciativas buscan facilitar el acceso a financiaciones y promover la fabricación de tecnologías limpias, fijando el objetivo de que al menos el 40% de la demanda europea en estas tecnologías se produzca en la propia UE, de aquí a 2030. Estas iniciativas también han recibido críticas, ya que se argumenta que ignora los costos de la autosuficiencia frente a importaciones más baratas, potencialmente chocando con los objetivos de reducción de emisiones.
Por último, China ha desarrollado sus políticas industriales con mayor antelación. En 2015, el país se marcó una serie de objetivos dentro de la iniciativa Made in China 2025 (MIC 2025), que principalmente aspira a que China tenga un 70% de independencia en las industrias de alta tecnología, reduciendo su dependencia y promoviendo la tecnología china. La estrategia china también tiene consecuencias negativas para el comercio mundial, impulsando prácticas distorsionadoras y asumiendo un control elevado sobre cadenas de suministro necesarias para un mundo neto cero.
En definitiva, el informe concluye que, teniendo en cuenta los múltiples factores analizados, el resultado más probable en cuanto a la transición energética mundial será un término medio complejo con consecuencias multicausales y dinámicas. En cuanto a su aplicación al sector privado, el informe demuestra la importancia de que las empresas con participación en sectores cruciales para la transición energética tengan en cuenta todo el contexto geopolítico expuesto. Un entendimiento en profundidad es esencial para que las empresas estén mejor preparadas de cara a cómo los factores expuestos podrían afectar a sus actividades e intereses.